Camboya, producir aquí o allí.

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Esta semana queremos compartir uno de los últimos viajes en bicicleta que hicimos antes de embarcarnos en el proyecto de Fuga Cargo. 

Este viaje fue determinante para decidir que nuestras producciones se harían en España. O, al menos, en países donde el nivel de desarrollo fuese sostenible.

El término producción de proximidad, comercio justo, etc, está muy manido. De hecho, se ha convertido en un reclamo comercial usado por cientos de corporaciones. Pero, lo cierto, es que la deslocalización de la producción de nuestros artículos de consumo tiene un impacto negativo en países en vías de desarrollo. Nosotros lo vivimos a pie de calle, y lo aprendimos a golpe de pedal. 

En nuestro vídeo compartimos la belleza del país, de sus gentes y la aventura de recorrerlo, pero en este post queremos contaros la cara b de la moneda. El supuesto desarrollo que generamos llevando nuestras producciones allí.

Elegimos este país para ciclar con el propósito de visitar un pequeño proyecto educativo con el que colaboramos desde hace años a través de la asociación Otravidaesposible . Esta visita, nos dio acceso a convivir con varias comunidades; nos abrió las puertas de las familias, y por ende, a un sinfín de historias que no nos dejarían indiferentes.

Camboya es uno de los países más pobres y corruptos del mundo. En los últimos años, la demanda de mano de obra barata y la subida de salarios de productores como China ha hecho que empresas europeas y chinas hayan trasladado sus fábricas a países menos cualificados donde la población no dispone de derechos laborales, por predominar todavía una economía de autosuficiencia.

En tan solo unos años, un país que a penas disponía de infraestructura, se ha convertido en un hervidero de fábricas, donde la vida tradicional y la modernidad tienen sumido al país en un verdadero caos. Ya que el progreso debe ir de la mano de la educación. Un claro ejemplo que nos golpeó la cara nada más cruzar la frontera fue encontrar un tráfico desmesurado de camiones destartalados, algunos sin matrícula transportando mercancía, animales y personas por carreteras polvorientas, generando contaminación, accidentes, etc.Una situación que como ciudadana del mundo y miembro de un país desarrollado me hizo despertar mi sentimiento de responsabilidad con respecto a esta situación.

Os cuento en detalle a que me refiero. Al visitar las comunidades y las familias encontré en repetidas ocasiones un sinfín de historias de migraciones donde mujeres y hombres de mediana edad de las zonas rurales habían ido abandonando a sus familias para ir a la ciudad a trabajar en alguna de esas fábricas que aparentaban formar parte del desarrollo y progreso.

Un salario de ciudad resultaba un reclamo importante para personas que no están acostumbradas a vivir del dinero sino de la economía de autosuficiencia. La televisión e internet han llegado y el sueño americano también. De modo que, abandonar a la familia dejando a los hijos con los abuelos se había convertido en un hábito de lo más común.

Lo que todavía ignoran los trabajadores es que se trata de una trampa. Detrás de la apariencia de modernidad y progreso se esconde un trabajo ultra precario, un alquiler del 30% del salario, unos costes de alimentación y transporte, y una serie de reclamos comerciales que les lleva a volver al pueblo con las manos vacías, he incluso a no volver por vergüenza. Y todo este desequilibrio para que occidente tenga productos más económicos para seguir alimentando nuestro deseo de consumo.

Queremos progreso y desarrollo con sentido y sostenibilidad para todos. Aquí en España y allí en Camboya. De modo que producir en nuestro país permite que ellos se desarrollen a su ritmo y nosotros al nuestro. Es un acto de amor y solidaridad. Y no solo por ellos, sino por los puestos de trabajo que se están perdiendo en occidente en favor de multinacionales sin valores que solo se mueven por el hecho de enriquecerse y prescindir de crear valor para la sociedad. Os invito a ver el video que hicimos tras terminar nuestra visita al proyecto de la guardería. 

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